El gusano teje su capullo en un delicado proceso, destinado a transformarse completamente, en un acto milagroso y único. Morir para volar. El humano interrumpe ese ciclo, hierve el capullo con el gusano dentro, buscando preservar el filamento que luego será un tejido valioso. Un ritual milenario, doloroso, que esconde una historia de sacrificio detrás del brillo y el lujo.